sábado, 9 de enero de 2021

QUE ALGUIEN ME ABRA LAS PUERTAS DE ROMA

Que alguien me abra las puertas de Roma para conocer sus ruinas, y tomando entre mis manos los restos de su gloria, penetrar en el alma del imperio que yace en nosotros.
Que me digan que puedo pasear por sus calles antiguas, oyendo regocijado las voces intensas de los plebeyos.
Que me inviten a los salones donde las abnegadas mater organizaban la reunión de la familia, como una gran feria de vanidades.
Que pueda atisbar los rincones donde patricios y esclavas forjaron una nueva raza, jadeando sin control.
Que roce la fastuosidad de los rituales religiosos, tocando los pequeños trozos de estatuas que se amontonan en los depósitos de los museos de la urbe moderna.
Que me lleven de la mano hasta ese lugar donde Catón el viejo abrió su dura mano para obsequiar a Póstumo, una tarde de libertad en Saturnalia.
Que haga posible mi deseo de subir hasta la más alta fila del Amphitheatrum Flavium y sentir el encendido fragor de la masa ante cada golpe de gladius.
Que pueda percibir entre las piedras del colosseum la fuerza del populus romano y su inquebrantable afán por alcanzar la grandeza.
Que pueda llegar a donde llevan todos los caminos, tendiendo puentes o ganando alas, sin apelar a la fantasía o a la imaginación, que no hay suficiente creatividad para reunir en un sueño o en mil, tanta realidad desbordante.
Que pueda llevar a cabo esta tarea que emprendo de reunir previsión de intenciones manifiestas, ante un inminente viaje a Roma antigua.
Me invoco a los lares y a los manes; a Quirino, Júpiter y a los antiguos pater de la gran urbe, para llevar a cabo esta épica aventura.
Coloco mi mano sobre la frente y te abrazo a ti ¡Oh querida Roma antigua!




jueves, 7 de enero de 2021

UN OBSEQUIO DE NAVIDAD

Ocurrió dos días antes de Navidad. A un anciano, que estaba durmiendo, se le presentó La Muerte y tocando su hombro le dijo:

-    Anciano, vengo a llevarte.

El viejo hombre, sin apenas inmutarse, le contestó:

-    Te esperaba ayer muerte, por qué tardaste en llegar.

La Muerte, venciendo su desconcierto preguntó al anciano:

-    ¿Cómo sabes que estoy retrasada?

-    Es que anteayer vino un ángel y me contó que tú vendrías.

-    ¿Y qué más te contó ese ángel? – Preguntó La Muerte, fingiendo desinterés.

-    Que, a partir de mañana yo estaría haciendo tu trabajo, porque tú ya no lo estás haciendo bien.

-    No te creo, solo estás tratando de evitar tu deceso.

-    Entonces quítame la vida y probemos – Dijo el viejo, provocando a la esquelética figura, con inexplicable temeridad.

-    Por supuesto que lo haré, debo cumplir mi tarea.

-    Y mientras lo haces, considera que una vez muerto me pondré tu capa, tomaré tu guadaña, y pasaré a servir a tu amo, Abadón, señor de las tinieblas. Tú sabes lo que pasará contigo después de ello.

-    ¿Y por qué me cuentas esto? – inquirió La Muerte con voz preocupada.

-    Pues no debí, pero no puedo mentir en esta hora final. Además, estoy muy ansioso por ocupar tu puesto, estoy seguro que será un buen regalo de Navidad para la humanidad, que en un día tan especial pueda eliminar a mucha gente mala, y seguir tu tarea con dedicación.

La oscuridad rodeó a la Parca y luego de cavilar unos segundos en las sombras, sin mediar palabra, se esfumó, dejando un aroma a miedo, mientras por la ventana se colaban las primeras luces del alba.

El anciano despertó en la cama del hospital con el gesto adusto, rodeado de enfermeras, doctores y aparatos conectados a su cuerpo. Parecía no darse cuenta de lo que acababa de ocurrir.

Al ver que su mirada buscaba respuestas, uno de los doctores tomo su mano y le hizo saber de la buena noticia. El viejo, recobrando la postura agradeció a los presentes por haberle salvado la vida, ensayando una impostada sonrisa.   

-    No me agradezca a mi señor, sino a la persona que inventó este maravilloso aparato resucitador. Gracias a la tecnología, poco a poco vamos venciendo a La Muerte.

-    Es verdad doctor, es verdad.

El sol apenas se insinuaba en la sala de UCI, pero afuera, en la sala de espera, alumbraba con fuerza, despertando a los dos hijos, que a esa hora recibían la feliz noticia de la milagrosa recuperación de su padre. Aunque debían esperar unos días más para tenerlo en casa, probablemente para recibir el nuevo año.  

Esa Navidad tuvo el sabor del triunfo sobre la enfermedad para los familiares, pero también la sensación de temor ante lo cerca que estuvo la muerte. Habría que reflexionar esa noche sobre las maldades cometidas, porque Papá Noel llega para premiar a los chicos buenos, pero para los malos, está reservada la Parca.

Aquella Noche Buena de un año excepcional, por ser un año de mierda; mientras en casa bebían el champán y en la ciudad celebraban con mesura el nacimiento del niño, lanzando al aire algunos fuegos artificiales que la lluvia pronto apagó, el viejo esperaba con ansias, envuelto en la oscuridad de su cuarto del hospital, a que regrese La Muerte, para canjear su suerte, y poder de ese modo renovar su fe en la bondad divina, con la gracia que se le habría de conceder para purificar su alma, saliendo a buscar a la gente mala, para ponerle fin a sus miserables vidas.

Algo que sin duda no supo hacer bien cuando fue policía, porque la debilidad de la carne y su frágil moral, hicieron a un lado esa vocación de servicio que en su juventud lo llevó a vestir el uniforme que su padre y su abuelo portaron con honor. Y los años de vejez entregado a leer los evangelios y acudir a misa no fueron suficientes para liberarlo de la culpa de no haber servido bien a la patria y al señor. 

Ni siquiera las navidades y la epifanía del 6 de enero, en las que se mostraba obsequioso y muy religioso, en la parroquia del barrio, llenaron su corazón, cada vez más ofuscado por las pesadillas que atrapaban su sueño, donde demonios y ángeles luchaban por llevarse su alma.

Tal vez, portando la guadaña y la licencia divina para actuar como verdugo, podría recuperar la dignidad que perdió hace varias décadas. Tal vez poniendo en su lugar la balanza de la justicia, obtendría para él un propósito sempiterno. Como lo tienen los reyes, como lo tiene Papá Noel, como lo tiene el niño Jesús.        

Así que esperó toda la noche la visita de quien antes se alejó, para convencerlo de ocupar su lugar y desempeñar su macabra tarea. Y en ese trance, se sintió atrapado nuevamente por el espíritu de las fiestas, y se preguntó una y otra vez, mientras alcanzaba el sueño más profundo:

¿No sería acaso ese un buen regalo para la humanidad?    



  

miércoles, 6 de enero de 2021

LA NAVIDAD DE DON JOSÉ

Don José tiene un balcón de hierro forjado, desde donde puede ver gran parte de la ciudad.

Algunas tardes se ponía la mascarilla y salía a comentarle a los vecinos que asomaban a sus balcones, que estaba pasando esta temporada acompañado de dos gatos, un televisor de 29 pulgadas, un viejo piano. Y contaba, al que quería escuchar, que su familia se encontraba lejos.

El pobre de José no ha salido a la calle desde abril del 2020, y no permite que lo vengan a visitar, porque tiene miedo de contagiarse. Todo le llega por delivery, gracias a un vecino de nombre Pedro, capitalino él, que lo ayuda con su móvil, y al que toca la puerta cada diez días, y antes que abra, le desliza una hoja bajo la puerta con la lista de productos que necesita. No es muy exigente, a sus 80 años vive con muy poco.

Don José no ha visto amigos, familiares, ni conocidos, y no piensa verlos por unos meses más. Por eso va a pasar la Navidad con sus dos gatos: Rubio y Gabriel, su viejo piano Steinway & Sons, su televisor Sony, y a pesar de la briza fría, abriendo su balcón, porque a su parecer, ese corto espacio lo conecta con la realidad.

Para la noche del 24, José ha planificado tener una mesa navideña, con una cena que el restaurante que le lleva todos los días el almuerzo, le ha ofrecido por un precio bastante asequible. Los vecinos lo invitaron, pero él no quiere incomodar, ni quiere contagiarse. Y mientras cena, prenderá el televisor y esperará las 12 para beber el champán, salir al balcón y desearle a todos Feliz Navidad, observando los fuegos artificiales, que le recordarán una vez más su juventud.

Ha pensado que quizás la olla vieja que usó para las protestas le pueda servir para hacer ruido, pero mejor la reservará para el año nuevo, porque presiente que no habrá muchos cohetes. En la televisión han recomendado que solo haya aplausos y vivas, por respeto a los que se fueron y para no alterar a las macotas. A Rubio y Gabriel no les gusta el ruido.

Don José vive en su pequeño mundo de fantasías, aún ilusionado por las navidades pasadas, buscando repetir cada año aquellas que vivió en compañía de sus padres, antes que la casa en la que vivían fuera arrastrada por un aluvión, allá por 1954.

La cena está por llegar, le avisaron la hora en una hoja impresa que vino pegada al táper del almuerzo.

Del otro lado de la puerta, un pequeño hombre, con una caja grande, mira de reojo atrás suyo, y un tanto incómodo, toca una y otra vez. Más de lo acostumbrado.

- ¿Quién es?

- Señor, soy el repartidor de la comida, le traigo la cena de Navidad.

A José le preocupó no escuchar la voz acostumbrada, filtrada por la tela del tapabocas, pero luego pensó que tal vez por ser un día de mucho movimiento, habían cambiado el repartidor asignado a su zona.

Abrió la puerta con sigilo y al ver los ojos risueños del pequeño hombre, la duda desapareció. Frente a la puerta, sobre una banca de plástico se encontraba el box, preparado especialmente para la ocasión, con cinta dorada y un piñón en el medio. Dio las gracias al mensajero, que, luego de rociar la caja con un espray de alcohol preparado para la ocasión, dejó a disposición del hombre mayor la caja, manteniendo prudente distancia, a pesar de estar enfundado su rostro en una mascarilla de tela, y sobre ella un protector facial de plástico transparente.

- Un momentito - le dijo Don José, mientas juntaba la puerta y llevaba la caja al interior.

Ganado por la curiosidad, el pequeño hombre se asomó a la rendija que dejó el leve empujón de su pie, y alcanzó a ver el viejo televisor, y sobre un mueble, más allá, a dos gatos que no se movían, rígidos, al parecer disecados, como vigilando el recinto sumido en la penumbra, con algunos adornos propios de las fiestas navideñas, muy desgastados por el tiempo. Solo el viejo televisor parecía ofrecer un poco de luz intermitente y el ruido altisonante de los comerciales.

Al rato salió José con una moneda en la mano.

- Gracias señor, tenga usted.

- Oh, este, gracias, que pase una feliz Navidad.

- Usted también.

Una vez cerrada la puerta el hombre volteó, y los vecinos que habían estado escondidos salieron a darle las gracias con una palmada en el hombro por haber ayudado a traer felicidad a Don José.

- Gracias a ustedes también - Les dijo - No hubiésemos podido ayudar a nuestro vecino mayor si cada uno no aporta lo necesario para que pueda sobrellevar esta situación, sobre todo al bueno de Pedro, nuestro delivery… Jajaja.

Ya con el ánimo distendido, los vecinos buscaron a doña Julia, que preparó la cena navideña y le dieron una mirada de aprobación, regresando todos a casa, contentos por haber hecho posible la Navidad de Don José.

Esa noche, cuando dieron las doce campanadas, José salió al balcón a comer las uvas y levantar su copa de champán para pedir por sus padres, sus hijos, sus gatos y toda la humanidad. Mientras en todos los balcones se podía percibir una controlada algarabía, distinta a la que vio años atrás, cuando había más razones para creer en la Navidad.






miércoles, 19 de septiembre de 2018

Destino


Yo no estoy diciéndole a la gente qué hacer,
porque no me digan lo que no tengo que ser.
Y pasa el mundo por todos lados, tan raudo,
o tan lento como me agobio en mi recaudo.
Sin palabras que me aplasten o me atraviesen
y aunque todos los que pasan me dijesen
que tengo que tomar la senda del destino
y forjar a fuerza de trabajo mi camino,
yo prefiero que pasen los años sin disgusto,
que por mucho que me reclamen no me asusto
de no saber qué acontecerá en el invierno,
porque si algo sé, es que jamás seré eterno,
aunque deje mi nombre por ahí regado
y en todas partes se fructifique mi legado,
pues, ese ya no seré yo, sino aquel humano
que disfrutó de cada mañana de verano
con el cielo en sus ojos y el sol en su sonrisa
y que fue tan efímero como la brisa.
Uno que no quieren que le digan que fue bueno
porque ya nada le resulta propio ni le es ajeno

Esta estancia terrena es solo un tiento de vida
que acaba cuando los sueños están agotados
y aunque siempre es una apuesta perdida,
nos queda el gusto de haber lanzado los dados.
http://poemame.com/story/destino-7


viernes, 25 de noviembre de 2016


DE SAN MARCOS A LA CATOLICA (1989)

¡¡Surquillo, San Juan, Surquillo, San Juan!!
Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 9.30 p.m., paradero de la Avenida Universitaria… Pedro, Ana y cinco jóvenes más se atropellan por ingresar con prisa en el estrecho autobús.
¡¡¡LLEVAAA!!!
¡¡Surquillo, Miraflores, San Juan, Surquillo, Miraflores…!!
Pontificia Universidad Católica del Perú, 9.34 p.m., paradero de la Avenida Universitaria… Jennifer y Giovanni, sin mayor prisa, penetran al interior del atiborrado transporte, mientras éste reinicia su marcha con lentitud…
Todas las noches, de casi todos los días, Pedro, Ana, Giovanni y Jennifer cumplían un ritual que los igualaba: Apretarse codo a codo junto a una indistinta masa humana sin rostro, de olor confuso, y compartida incomodidad. Síntesis de promiscuidad. El autobús de la línea 74, Lima - San Juan, era su común acuerdo, y en las noches, al concluir las clases los cuatro jóvenes regresaban a casa abordando, probablemente, el penúltimo vehículo de la ruta, si no era ya el último, en impostergable regreso… al menos para Pedro y Ana, a quienes sólo quedaba la alternativa del transporte público, tentando el medio pasaje (que sólo se cobraba hasta las 11 de la noche). A diferencia Jénnifer y Giovanni, que de vez en cuando tomaban taxi, o los recogía su papá.
(Los días que siguen son un capítulo en la vida de los cuatro universitarios… de San Marcos a la Católica).
PRIMER DIA:
Ana: “¿Será?... creo que sí… sí, sí… cuánta gente, mejor me adelanto… Ay estos coj… ¡Oiga no empuje, ya vamos a subir!... pucha como aprietan…”
Pedro: “¡Ahí está!... ¡Chau cuñao! ¡Assumadre, ta’ recontra lleno!... ¡Oe, no te olvides de traer mañana el libro que te presté!... ¡Chaau!... ¡Por favor señores, ¿pueden avanzar?!...”
¡Surquillo, San Juan, Surquillo, San Juan!... ¡Suben Suben!... ¡¡¡LLEVAAA!!!
Ana: “¿Qué me dijo María?... ¡Ah! Ya me acuerdo, mañana no viene el profesor de Estadística. Qué vago ese tipo… pero está bueno. Lo malo que es un poco mañoso… se parece a Lucho… ¿Qué será de Lucho?... creo que se casó el muy idiota…”
Pedro: “Ese pata tiene cara de choro… mejor me guardo la billetera en otra parte. No vaya a ser que… ¡Permiso por favor! ¡Perdón! ¡Perdón!... ya está, aquí me quedo… ojalá se baje alguien y no suba una vieja… estoy más cansado… ajumm…”
¡Surquillo, Miraflores, San Juan! ¡Surquillo, Miraflooreees!
¡Suben suben! ¡Aguanta que están subiendo! Guarda con la germa cuñau… ¡¡¡LLEEVAAA!!!
Giovanni: “Ta’madre, cuanta gente… y cuánto serrano… ¿Cuándo me dará el carro el viejo?... seguro que se ha llenado en San Marcos… ¿Cuántos terrucos habrá?...
Jennifer: “Qué raro, por qué estará tan lleno el micro… voy a avanzar un poco más… perdón por favor… ¡perdón!... Ay que horrible, y como huele… qué cholos tan cochinos…”
¡Bajan! ¡Bajan!... ¡¡¡LLEEVAAA!!!
Ana: “Ese chico ta’ bueno… y me está mirando… ¡Ufff! Qué tales ojos… mejor me hago la sobrada, no vaya a ser otro mañoso… ¿Será de la Católica?...”
Pedro: “¡Qué rica hembrita!... media pituquita… parece medio sobrada… mira a la ventana nomás… qué bonito pelo tiene… ¡chessu! Cómo no se viene pa’ca…”
¡Avancen al fondo por favor!... ¡señor de amarillo, avance por favor!
Giovanni: “¡Ya, ya compadre!... carajo, serrano de mierda… ¿Y esa ruca? ¡Esa cara!... cara de pendeja tiene... voy a sonreírle… ta’ que, se me hizo la sobrada… a ver… no está mal… tiene buen culo… ¿Qué será de Toti?... me dijo que tenía que ir a la de Lima porqué tenía clase de recuperación…”
Jennifer: “El sábado hay tono donde la Puchi… ojala que Miguel pase a recogerme porque creo que el estúpido de mi hermano se va a llevar el carro… pero con qué ropa voy a ir… ya sé, le voy a decir a Jéssica y a Moni que me acompañen a Camino Real. He visto un pantalón de lanilla bellísimo...”
¡Suban de la puerta por favor! ¡La bajada es por delante! ¡¡¡¡¡LLEEVAAAAA!!!!!
SEGUNDO DIA:
Ana: “¡Al fin!... está medio vacío…”
Pedro: “¡Suben, suben!... ¡Oe cuñao no te vuelvas a olvidar pee!... ¡Chau!...”
¡LLEVA OE!
Jennifer: “Ay por fin… ¡Nos vemos Moni, no te olvides, mañana a las tres… le pasas la voz a Jéssica!... chau…”
Giovanni: “¡Vamos compadre, ahí viene el carro!... qué raro que te vas en esta línea… ¡Ah! Te vas a la casa de tu hembrita… oe zambo, creo que tu enamorada es amiga de la mía ¿no?... ¡de Tóti pues!... mi flaca, ¿te acuerdas?”
¡Los que bajan en Sucre vayan avanzando! ¡Con sencillo por favor!
Ana: “Ahí está el churro… y su pata no está mal… son de la Católica… que bien se visten… me gusta su camisa… y sus ojos… ¡Ay, me está mirando!... mejor no le sonrío más sino va a pensar mal… creo está medio palteado por su pata…”
Pedro: “Ahí está la chica de la Católica… qué bonita es… es perfecta… seguro que tiene enamorado… pero no me mira…”
Ana: “¡Ay!.... Se acerca... ¿y su pata?... creo que ya se bajó… ¿ahora qué hago?...”
¡Oe chochera sube arriba pe! ¡Avancen por favor los que bajan en Brasil!
Ana: “¿Sí?”
Giovanni: “… ¿No te conozco de alguna parte?... claro, seguro que tu estudias en San Marcos… ahí te he visto… ¿Cuál es tu nombre?...”
TERCER DIA
Ana: “… Te cuento, ayer conocí un pata bien churro… es de la Católica… se llama Giovanni… ¡Sí! Y hoy día hemos quedado en vernos en el micro… ¡Ay! Ahí viene el carro, chau chau… mañana te cuento…”
Pedro: “…Creo que es el mismo carro de ayer… ojalá me vuelva a encontrar con la chica de la Católica… mañana hay un recital de poesía… ojalá nos pasen la voz para tocar con el grupo… por si acaso voy a traer la quena…”
Giovanni: “… ¿Será?... ¡Hola!... chesss ¿cómo se llamaba?... qué tal tus clases… qué me dijiste que estudiabas… ah, contabilidad… y en qué ciclo estás… osea que recién que recién estás agarrando cursos de facultad… ¿vas a tu casa?... te acompaño…”
Ana: “¡No!... no, no te preocupes… por qué no vas a mi universidad mañana… claro, a las seis… no tengo clases importantes… además los profesores están faltando… creo que quieren hacer huelga, no sé…”
Jennifer: “… Ay esta Jéssica, mañana la mato… estos tres chicos estaban buenísimos… y nosotras sólo éramos dos. No importa hemos quedado para el sábado… pero qué le digo a Miguel…”
Pedro: “…Creo que es ella… qué bonita… ¿Y si me acerco?...”
Jennifer: “… ¿Y este tipo?... ay qué miedo como me mira… de repente es un ratero… medio sonso parece con esos lentes… al fin un asiento…”
¡BAJAN BAJAN BAJAN BAJAN! ¡DALE NOMAS!
Pedro: “Cómo hago para buscarle conversación…”
Giovanni: “Mañana me llevo a esta pacha al Estadio de San Marcos, me han dicho que es propicio pa’ un plancito… ¡Uf! Ojalá que haya apagón…”
Ana: “Qué lindo es… mañana le cuento a María…”
Jennifer: “Tengo que armar algunos bastidores para practicar… ojalá que este año me incluyan en la exposición anual…”
CUARTO DÍA
¡¡¡Surquillo San Juan, Surquillo San Juan!!!
Pedro: “Para donde vas cuñao… ah… pero este carro te deja cerca, ¿vamos?... ¡Suben suben!... hola… sí, es una hembrita que siempre va en el mismo carro que yo… pero ahora seguro que va a subir un hembrón cuñao… ta’ qué rica es. Creo que me he templao, por mi madre…”
Ana: “…Este chico siempre va en el mismo carro que yo; creo que va a San Juan… Qué pena que no haya venido María, para contarle… seguro que se muere… pero qué mandado que es Giovanni… ¿no será un vivo?... ay no, si tiene una carita linda… además no creo que tenga enamorada, con lo ocupado que está… ¡me ha dicho que me va a enseñar su casa!... parece de plata… ¿Dónde me dijo que vivía?... en Chama creo… ¡me gusta un montón!
Jennifer: “Uff, ahí está otra vez ese cholo… qué querrá… creo que es de San Marcos… me mira con una cara de enfermo… y su pata, que huachafo… voy a decirle a Miguel que venga un día de éstos… Ahora que me acuerdo, tengo que comprar cartulina ‘canson’…. mañana tenemos reunión en la cafeta de artes con el grupo de diseño… no he podido hacer nada… voy a ver si mando hacer el trabajo… me da flojera agarrar la computadora… y ese enfermo me sigue mirando…”
Giovanni: “Mejor espero el próximo carro… me voy a esconder bien para que no me vea la ruca… mucho roche, todos los días con la pacha esa en el micro… no vaya a subir la Toti o una amiga de ella y me jodo… además no quiero que se me pegue mucho la cojuda… mañana o pasao me la agarro… un par de polvos y chau… después no me vaya a causar problemas… voy a ver si le pido el carro al viejo o me la llevo al hostal… pero no quiero gastar mucho billete… parquezaso nomás… no, tiene que ser un buen polvo. Creo que ahí viene el micro… me voy a esconder… ahí está… me está buscando… Ta’ buena esa hembra que sube, creo que es de artes… Ya se va el carro... ojalá no me haya visto”
Ana: “No está… me dijo que tenía una reunión de grupo a las ocho y media… de repente todavía está reunidos… ojalá mañana venga a la universidad… Quiere llevarme a mi casa… pero yo no quiero que vea mi casa… ya sé, le voy a pedir que me acompañe a la casa de mi tía en San Juan, es más bonita... así no se asusta… porque parece que tiene plata y seguro se va a desilusionar cuando vea que vivo en Pamplona Alta…”
QUINTO DÍA:
Ana: “Giovanni, me gustas un montón… no te rías, no seas malo... ¿Qué vas a hacer este fin de semana?... mañana tengo clases… pero, ¿por qué no en la noche?... tengo una pollada con unos amigos… qué te parece si vamos… no, no puedo faltar mañana en la tarde a la universidad… pero qué vas a hacer en la noche… bueno está bien… entonces nos veríamos el lunes… ¡Ahí viene el micro!... ¿tú no vas?... qué, te vas a quedar en San Marcos… bueno… entonces hasta el lunes… chau… cuídate…”
Giovanni: “…Chau, chau… Al fin se fue… chau…. Mucho “roche” es andar con ésta en el micro como si fuéramos enamorados… carajo, creo que se me ha templado… y ahora cómo hago… yo quería venir a buscarla mañana en la tarde para llevármela al hostal ese que me recomendó el chino Willy… pero mejor que no haya pasado nada, porque después llego tarde donde Toti… ojalá que mañana me preste el carro el viejo… desde que lo choqué con los cojudos de la academia, no quiere saber nada de prestármelo… ¡Ahora que me acuerdo! Tengo que sacar unas copias, voy a aprovechar que estoy en San Marcos para sacarlas barato… ojalá que esté abierto alguno de esos huecos… con tal que no haya terrucos… puta qué fea universidad… pero tienen una buena cancha… cuantas parejas, parecía la playa… y bien oscurito… me faltaron manos para agarrar a la pacha… a lo mejor el lunes o el martes me la llevo… ¡Esa no se me escapa!”
Pedro: “…Hola… tú vas para San Juan ¿no?... ah, en Pamplona… ya… creo que te llamas Ana ¿no?… yo me llamo Pedro… mucho gusto… ya, nos vemos.
Voy a acomodarme cerca de la puerta porque creo que va a subir la hembrita de la Católica… voy a ver cómo le busco conversación… qué le digo… ¿Te conozco de alguna parte?... no... Hola, cómo te llamas... no, tampoco… señorita, disculpe, ¿tiene hora?... no, qué cojudo… señorita, desearía conocerla un poco… no, no… carajo, cómo le hablo… ¿Tú no eres María?... no…”
Jennifer: “¿Cómo se llamaba?... ah, Arturo… idiota, recontra sobrado… ‘mi papá es dueño de una galería de arte’… ¡idiota! como si yo me voy a acostar con un tarado sólo por una ridícula exposición… me hubiera gustado decirle que mi papá es dueño de una hacienda ganadera y que tenemos casa en Miami… estúpido, qué se ha creído… y Miguel es otro idiota, se la pasa con besos y manoseos… no es como Ricardo, él sí que sabe hacer las cosas… ¡qué noche!... ay, otra vez está ese cholo estúpido… pobrecito, creo que le gusto… pero es horrible, y se viste bien pacharaco… Jajaja, se parece al serrano ese de Derecho, recontra atorrante… y con sus lentes de John Lennon… pero éste debe ser más misio… mejor no lo miro más… no vaya a creer otra cosa. Mañana le digo al idiota de Miguel que venga a recogerme…. Felizmente falta poco para llegar a Miraflores… ya estoy harta de esta situación… ¡carajo! cuándo mejorarán los negocios del viejo…”
SEXTO Y ULTIMO DÍA:
Pedro: “Hoy la voy a a conocer cuñao, vas a ver… esa hembrita es mi ilusión… y dentro de poco te la voy a presentar… creo que es de artes… tiene unos ojos hermosos… ayer me mandó una mirada y después se sonrió… creo que le agrado un poco… ya sé lo que le voy a decir… ayer me enteré de su nombre por un pata que subió al micro ya la llamó… ¡Ahí viene el micro! ¡Chau cuñao, después te cuento!... Ta que se ríe, ya vas a ver.”
Jennifer: “¡Pucha! Otra vez lleno…. Ya estoy harta…. Creo que le voy a decir a mi viejo que me venga a recoger más seguido… ¡permiso por favor!... ay, el cholo enfermo me está mirando…”
¡¡¡LLEVAAAA!!!
Jénnifer: “… ¿si?... me llamo Jennifer, ¿por qué ah?.... qué, ahhh…. Perdón, voy a avanzar… hasta luego. Ojalá que me vuelva a hablar…. Pero que tal estúpido… qué se habrá creído”  
Ana: “… que bueno, un asiento…. Dónde estará mi amorcito…. No lo veo por ningún lado…. qué pena que no esté aquí… bueno, no me aseguró nada… voy a ver si duermo un poco… yo creo que esta noche me quedo en mi casa… no pienso sal… ¿qué?... ¿ese no es Giovanni?.... pero…. está con una chica…. ¡Giova…! ¿qué hace abrazándola?…no, ¿qué?...  eres un desgraciado Giova….” 
Pedro: “… disculpa Jénnifer, no te dije mi nombre, me llamo Pedro y… “
Jennifer: “Perdone señor, yo no lo conozco ni me interesa su nombre, así que me disculpa… y por favor, no me moleste más.”
Pedro: “… Bueno… yo… disculpe señorita.”
Giovanni: “… Ven mi amor, vamos a buscar un sitio…. ¡Chucha, la ruca!... ¿ahora qué hago?... voy a besar a Toti, a ver si se da cuenta y ya no me jode más….”
Ana: “…pero…. ¿por qué me hace esto?... yo pensé que…”
Giovanni: “… ¿me quieres?.... yo también mi Toti…. oye, me acabo de dar cuenta que me he olvidado algo…. ¡bajan, bajan!.... ven, vamos… ¡bajan! ”
Pedro: “…¡Mierda!…. mejor me bajo… ¡bajan!”
Ana: “ …Giovanni, eres un maldito…. ¡te odio!.... ¡te odio!...”
Jennifer: “… pobre cholito… no sé…. creo que voy a terminar con Miguel… Ricardo me ha ofrecido llevarme a Miami…. pero por qué no querrá mostrarme dónde vive….”

¡Surquillo, San Juan, Surquillo, San Juan!.... ¡¡LLEEVAAA!!