jueves, 23 de junio de 2016

ENCUENTROS: DOS*


El primer encuentro, el que ocurre entre las preguntas y las respuestas, entre el temor al vacío, a la nada, a la soledad y la búsqueda de seguridad. Entre el ser diverso y el ser, que se quiere universal.  

En un huerto perdido, plantado por Wiracocha o Michambó, con luz recién puesta y árboles de utilería -narra un misógino anónimo- la hembra, movida por Lucifer, entrega el pecado al runa manso que, cual hoja que lleva el viento, carece de voluntad para dirigir su destino y decir no cuando dijo que sí.

Estaba escrito en el libro de los mitos y en la palabras que se vuelcan de lengua en lengua, creadas y recreadas por los sucesivos machos, que habría de ser hembra la culpable y dizque de su mano empezó a joderse todo, por obra de un engendro de Inti, Ahriman y Seth confundidos.

Hasta se nos fue la luz que alumbraba todo el día y los árboles de utilería se retiraron, para dejarnos en la vía, sin paraíso y sin comida y animalitos dóciles a la mano... pobrecitos.    

Pero no, no fue la hembra, que aprendió el arte de decir sí y luego decirle al macho: ¡Desgraciado, te aprovechaste!

Ni fue el macho, que aprendió a quitarle el alma a las hembras, para divertirse con su cuerpo. 

¡Fue ese!, un Brahma andino, ese señor igual a Pan-ku, ese ser a quien se le atribuye todo, el que armó el tinglado. Ese al que le salió mala la obra y le echó la culpa a la mujer. A ese, que llamamos de muchas maneras: Yaveh, Alá, Wiracocha, Krishna o simplemente dios, es a quien hay que pedirle cuentas por armar tanto alboroto (o quizás son los libretistas, que han creado todo y para ganarse los créditos, nos vienen a decir ahora que él se los contó todo).

Pero, en medio de toda esta confusión, quien me da más pena, en la versión de ultramar, es la pobre serpiente -encuentro más triste el que se le atribuyó- y pensar que no tuvo nada que ver en el asunto. Porque en realidad fue el mono que cortó el fruto del casho y se lo lanzó a la cara del hombre, envidioso porque el supremo lo dejó a mitad de camino en la evolución.

* Del libro de cuentos: ENCUENTROS






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