El primer encuentro, el que
ocurre entre las preguntas y las respuestas, entre el temor al vacío, a la
nada, a la soledad y la búsqueda de seguridad. Entre el ser diverso y el ser,
que se quiere universal.
En un huerto perdido, plantado
por Wiracocha o Michambó, con luz recién puesta y árboles de utilería -narra un
misógino anónimo- la hembra, movida por Lucifer, entrega el pecado al runa
manso que, cual hoja que lleva el viento, carece de voluntad para dirigir su
destino y decir no cuando dijo que sí.
Estaba escrito en el libro de
los mitos y en la palabras que se vuelcan de lengua en lengua, creadas y
recreadas por los sucesivos machos, que habría de ser hembra la culpable y
dizque de su mano empezó a joderse todo, por obra de un engendro de Inti,
Ahriman y Seth confundidos.
Hasta se nos fue la luz que
alumbraba todo el día y los árboles de utilería se retiraron, para dejarnos en
la vía, sin paraíso y sin comida y animalitos dóciles a la mano... pobrecitos.
Pero no, no fue la hembra, que
aprendió el arte de decir sí y luego decirle al macho: ¡Desgraciado, te
aprovechaste!
Ni fue el macho, que aprendió a
quitarle el alma a las hembras, para divertirse con su cuerpo.
¡Fue ese!, un Brahma andino,
ese señor igual a Pan-ku, ese ser a quien se le atribuye todo, el que armó el
tinglado. Ese al que le salió mala la obra y le echó la culpa a la mujer. A
ese, que llamamos de muchas maneras: Yaveh, Alá, Wiracocha, Krishna o
simplemente dios, es a quien hay que pedirle cuentas por armar tanto alboroto
(o quizás son los libretistas, que han creado todo y para ganarse los créditos,
nos vienen a decir ahora que él se los contó todo).
Pero, en medio de toda esta
confusión, quien me da más pena, en la versión de ultramar, es la pobre
serpiente -encuentro más triste el que se le atribuyó- y pensar que no tuvo
nada que ver en el asunto. Porque en realidad fue el mono que cortó el fruto
del casho y se lo lanzó a la cara del hombre, envidioso porque el supremo lo
dejó a mitad de camino en la evolución.
* Del libro de cuentos: ENCUENTROS
* Del libro de cuentos: ENCUENTROS
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